Uno de los asuntos sobre los que discutieron Sócrates y los sofistas fue si todas las opiniones son igualmente válidas o si hay algunas que son mejores que otras. Como ejemplo de esto vamos a leer un texto de un diálogo platónico titulado Critón:
Sócrates - Querido Critón,
tu buena voluntad sería muy de estimar, si le acompañara algo de
rectitud; si no, cuanto más intensa, tanto más penosa. Así pues,
es necesario que reflexionemos si esto debe hacerse o no. Porque yo,
no sólo ahora sino siempre, soy de condición de no prestar atención
a ninguna otra cosa que al razonamiento que, al reflexionar, me
parece el mejor. Los argumentos que yo he dicho en tiempo anterior no
los puedo desmentir ahora porque me ha tocado esta suerte, más bien
me parecen ahora, en conjunto, de igual valor y respeto, y doy mucha
importancia a los mismos argumentos de antes. Si no somos capaces de
decir nada mejor en el momento presente, sabe bien que no voy a estar
de acuerdo contigo, ni aunque la fuerza de la mayoría nos asuste
como a niños con más espantajos que los de ahora en que nos envía
prisiones, muertes y privaciones de bienes. ¿Cómo podríamos
examinar eso más adecuadamente? Veamos, por lo pronto, si recogemos
la idea que tú expresabas acerca de las opiniones de los hombres, a
saber, si hemos tenido razón o no al decir siempre que deben tenerse
en cuenta unas opiniones y otras no. ¿O es que antes de que yo
debiera morir estaba bien dicho, y en cambio ahora es evidente que lo
decíamos sin fundamento, por necesidad de la expresión, pero sólo
era un juego infantil y pura charlatanería? Yo deseo, Critón,
examinar contigo si esta idea me parece diferente en algo, cuando me
encuentro en esta situación, o me parece la misma, y, según el
caso, si la vamos a abandonar o la vamos a seguir. Según creo, los
hombres cuyo juicio tiene interés dicen siempre, como yo decía
ahora, que entre las opiniones que los hombres manifiestan deben
estimarse mucho algunas y otras no. Por los dioses, Critón, ¿no te
parece que esto está bien dicho? En efecto, tú, en la medida de la
previsión humana, estás libre de ir a morir mañana, y la presente
desgracia no va a extraviar tu juicio. Examínalo. ¿No te parece que
está bien decir que no se deben estimar todas las opiniones de los
hombres, sino unas sí y otras no, y las de unos hombres sí y las de
otros no? ¿Qué dices tú? ¿No está bien decir esto?
CRIT.-
Está bien.
Sócrates
- ¿Se deben estimar las valiosas y. no estimar las malas?
Critón
- Sí.
Sócrates
- ¿Son valiosas las opiniones de los hombres juiciosos, y malas las
de los hombres de poco juicio?
Critón
- ¿Cómo no?
Sócrates
- Veamos en qué sentido decíamos tales cosas. Un hombre que se
dedica a la gimnasia, al ejercitarla ¿tiene en cuenta la alabanza,
la censura y la opinión de cualquier persona, o la de una sola
persona, la del médico o el entrenador?
Critón
-La de una sola persona.
Sócrates
-Luego debe temer las censuras y recibir con agrado los elogios de
aquella sola persona, no los de la mayoría.
Critón
- Es evidente.
Sócrates
-Así pues, ha de obrar, ejercitarse, comer y beber según la opinión
de ése solo, del que está a su cargo y entiende, y no según la de
todas los otros juntos.
Critón
- Así es.
Sócrates
- Bien. Pero si no hace caso a ese solo hombre y desprecia su opinión
y sus elogios, y, en cambio, estima las palabras de la mayoría, que
nada entiende, ¿es que no sufrirá algún daño?
Critón
- ¿Cómo no?
Sócrates
- ¿Qué daño es este, hacia dónde tiende y a qué parte del que no
hace caso?
Critón - Es evidente que al cuerpo; en efecto, lo arruina.
Critón - Es evidente que al cuerpo; en efecto, lo arruina.
Sócrates
- Está bien. Lo mismo pasa con las otras cosas, Critón, a fin de no
repasarlas todas. También respecto a lo justo y lo injusto, lo feo y
lo bello, lo bueno y lo malo, sobre lo que ahora trata nuestra
deliberación, ¿acaso debemos nosotros seguir la opinión de la
mayoría y temerla, o la de uno solo que entienda, si lo hay, al cual
hay que respetar y temer más que a todos los otros juntos? Si no
seguimos a éste, dañaremos y maltrataremos aquello que se mejora
con lo justo y se destruye con lo injusto. ¿No es así esto?
Critón
-Así lo pienso, Sócrates.
Sócrates
-Bien, si lo que se hace mejor por medio de lo sano y se daña por
medio de lo enfermo, lo arruinamos por hacer caso a la opinión de
los que no entienden, ¿acaso podríamos vivir al estar eso
arruinado? Se trata del cuerpo, ¿no es así?
Critón
- Sí.
Sócrates
-¿Acaso podemos vivir con un cuerpo miserable y arruinado?
Critón
-De ningún modo.
Sócrates
-Pero ¿podemos vivir, acaso, estando dañado aquello con lo que se
arruina lo injusto y se ayuda a lo justo? ¿Consideramos que es de
menos valor que el cuerpo la parte de nosotros, sea la que fuere, en
cuyo entorno están la injusticia y la justicia?
Critón.-De
ningún modo.
Sócrates
- ¿Ciertamente es más estimable?
Critón
- Mucho Más.
Sócrates
-Luego, querido amigo, no debemos preocuparnos mucho de lo que nos
vaya a decir la mayoría, sino de lo que diga el que entiende sobre
las cosas justas e injustas, aunque sea uno sólo, y de lo que la
verdad misma diga.
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