Como la realidad no para de dar argumentos para defender la utilidad y actualidad de la Historia de la Filosofía, ahí va una reciente polémica que puede servir para ver cómo las ideas de Tomás de Aquino siguen teniendo fervientes partidarios. El ministro del Interior del gobierno de España ha vuelto a traer a la actualidad el debate sobre la ley del matrimonio homosexual. Recientemente una sentencia del Tribunal Constitucional había avalado la norma aprobada por el anterior gobierno, pero el señor ministro ha afirmado en un coloquio sobre "Religión y Espacio Público" que, desde su punto de vista personal esta forma de matrimonio "no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que
el matrimonio natural". Lo de menos son sus argumentos que él quiere "racionales" no confesionales (como que "la pervivencia de la especie, por ejemplo, no
estaría garantizada”), sino su idea de un matrimonio "natural", opuesto a otro, se supone, "antinatural". Además el ministro afirmó que"si el 75% de la población española que se declara católica actuase en
coherencia, determinadas leyes nunca se habrían aceptado”, en
clara mención a esta ley que tanto molestó a la jerarquía católica en
España y en el Vaticano. De modo que, como en el caso de Tomás de Aquino, el señor Fernández Díaz, cree en una moral o ley natural y en que la ley humana o positiva debe adecuarse a ese código que, en su opinión es el defendido por la doctrina católica. Naturalmente ha faltado poco para que se le critique al ministro que coloque las creencias religiosas por encima del derecho positivo, aprobado por el parlamento y sancionado por el Tribunal Constitucional. Aquí finalizaremos promoviendo de nuevo la reflexión en torno a esta cuestión: ¿la ley positiva debe adecuarse a una presunta ley natural con trasfondo religioso, aunque esa creencia sea mayoritaria en la sociedad, o debe ser el instrumento que permita convivir a personas con códigos morales diferentes, incluso contrapuestos? Para leer más.
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